La gripe es un ‘mal menor’ pero también un ‘mal común’, en las enfermedades que suelen afectar a la mayoría de la sociedad española. Aunque suele ser considerado en la actualidad como una enfermedad poco importante por la cantidad de medicamentos o medidas que existen para paliarla, pero realmente es un problema importante por las complicaciones que puede ocasionar y los costes económicos y sociales que origina.

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Este problema de salud está causado por un grupo de virus llamados virus de la gripe o de la influenza, del que existen hasta tres tipos: A, B, y C. El más común es el virus de tipo A en las epidemias de gripe, mientras que el tipo B es menos leve e infeccioso, y el tipo C ni siquiera suele causar enfermedad. Es por tanto un virus bastante infeccioso o con gran capacidad de transmisión entre personas por lo general, en el que la mayoría de infecciones se contraen mediante las vías respiratorias con secreciones como la tos o el estornudo.

El virus de la gripe puede sufrir múltiples variaciones que sobrepasen la protección que tiene el sistema inmunológico del ser humano, por lo que se encuentra en muchas ocasiones expuesto a ser infectado. Estas variaciones que se producen en el virus afecta también a las vacunas antigripales que, a pesar de ello, suelen tener una alta efectividad y seguridad para controlar la gripe. Estas variaciones se llaman variaciones antigénicas del virus, que son pequeños cambios que se producen en los genes de los virus de la influenza y que ocurren de manera continua con el tiempo a medida que el virus se reproduce.

La vacuna de la gripe, por tanto, cambia todos los años porque a causa de estas variaciones que se producen en el virus cada año cambiando su forma de presentarse, por eso es conveniente que cada año la vacuna se actualice y se adapte a las características del virus gripal. Así mismo las personas deben vacunarse también todos los años, ya que por estos mismos motivos la vacuna recibida el año anterior no sirve para el año siguiente.

Es importante saber que, aunque suene fuerte, el objetivo de la vacunación es evitar muertes y complicaciones porque si bien para la inmensa mayoría de la ciudadanía la gripe es un proceso incómodo pero que se resuelve bien, hay ciertas edades o características en las personas que pueden complicar bastante el proceso de recuperación del virus. De hecho, todos los años se dan fallecimientos a causa de la gripe, ya sea directamente por el virus o indirectamente.

Los grupos de mayor riesgo a los que se orientan principalmente las vacunas son la población mayor de 60-65 años, las mujeres embarazadas y aquellas personas entre los 6 meses de vida y los 65 que tengan otro tipo de enfermedad o patología que aumente la  vulnerabilidad a la gripe.

No es posible vacunar a toda la población porque el número de vacunas disponibles es insuficiente para todas las personas, por tanto es necesario priorizar a los grupos de riesgo que tienen más posibilidades de sufrir complicaciones. El período de vacunación de la gripe se completa entre uno y cinco días, si bien estar vacunado no excluye la posibilidad de contraer esta infección, aunque es menos probable y en su caso los síntomas serían menores.